Redacción
México.- A pesar de que las zonas arqueológicas de México, entre ellas Chichén Itzá, Tulum y Teotihuacán, siguen siendo destinos imprescindibles para visitantes internacionales, el interés de los turistas nacionales ha disminuido drásticamente. Según cifras del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), durante los primeros nueve meses del año, 4.4 millones de mexicanos visitaron estos sitios, lo que representa una caída del 58.6% respecto al mismo periodo de 2019, cuando los visitantes sumaron más de 10.6 millones.
Especialistas y agencias de viaje apuntan a diversos factores detrás de esta caída, incluyendo una mayor diversidad de experiencias de viaje en el mercado y la falta de promoción gubernamental. Sin embargo, para los touroperadores, el problema tiene un trasfondo más complejo: la inseguridad.
El impacto de la inseguridad en el turismo arqueológico
Un prestador de servicios turísticos de San Cristóbal de las Casas, quien solicitó permanecer en el anonimato por razones de seguridad, declaró que el crimen organizado ha “secuestrado” las rutas y accesos a zonas arqueológicas, como Bonampak en Chiapas, lo que ha ahuyentado a los turistas. “El turismo ha caído porque los accesos están controlados, y muchas familias prefieren no exponerse”, aseguró.
La inseguridad en estados con destinos arqueológicos relevantes no solo pone en riesgo a los visitantes, sino que también afecta a las comunidades locales y a la economía que depende del turismo cultural. La falta de estrategias de promoción y protección efectiva refuerza esta crisis para el turismo nacional, que históricamente ha representado un pilar para el sostenimiento de estos lugares emblemáticos.
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