Redacción
México.- El caso de la desaparición de los 43 normalistas en Iguala, México, ha dado un giro impactante con la revelación de que la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) tenía información en tiempo real sobre los eventos relacionados con este trágico suceso. Estas revelaciones se desprenden de un “adendum” al Segundo Informe de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia (Covaj) y fueron publicadas por la Secretaría de Gobernación.
Según el informe oficial, se confirma que el Ejército tenía conocimiento de lo que estaba ocurriendo y tenía información sobre los posibles destinos de los estudiantes desaparecidos, las personas implicadas, su relación con las autoridades ministeriales y los lugares donde posiblemente se refugiaron. Esta información arroja luz sobre la magnitud de lo que sabía el Ejército en relación con la desaparición de los normalistas.
El informe también ratifica que todas las autoridades estaban al tanto de los eventos que tuvieron lugar los días 26 y 27 de septiembre de 2014, cuando ocurrió la desaparición de los estudiantes. Sorprendentemente, se revela que uno de los militares que figuraba entre los 43 desaparecidos había sido infiltrado en la Normal de Ayotzinapa como informante para el Ejército.
Los padres y madres de los 43 normalistas habían solicitado información sobre 868 folios correspondientes a documentos del Centro Regional de Fusión de Inteligencia (Cerfi) de Iguala emitidos entre abril y octubre de 2014. Después de una exhaustiva búsqueda, se identificaron 18 folios de información solicitada.
Estos folios contienen información que data desde antes de la desaparición, durante los días de los hechos y después de la noche de Iguala. Incluyen mensajes de texto, transcripciones de llamadas telefónicas, así como reportes confidenciales elaborados por la Sedena. La información sugiere que la situación en Iguala era tensa antes de los eventos, con reportes de balaceras y toma de camiones. El día de los hechos, se mencionan “muertos” y “balaceras en el Periférico”. Además, se revela que la Sedena había infiltrado a uno de los normalistas desaparecidos, Julio César López Patolzin, como informante.
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