Redacción
México.- México padeció durante 2023 una de las sequías más intensas a nivel mundial, de acuerdo con el informe más reciente de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Este fenómeno, que se ha prolongado por dos años consecutivos, ha mantenido el almacenamiento de presas por debajo del promedio histórico durante 24 meses, afectando considerablemente a amplias regiones del país.
La OMM destacó que en América del Norte y del Sur, la reducción de la disponibilidad de agua fue evidente, especialmente en los embalses de México, así como en el río Mackenzie en el norte del continente y en el río Paraná en el sur de Brasil y Argentina. En el caso mexicano, la situación se agravó debido a niveles de evapotranspiración real por debajo de lo normal durante casi todo el año, reflejando una sequía severa que golpeó a casi todas las regiones en diferentes momentos del año.
Impacto y expansión de la sequía
El año más seco de la historia de México dejó un déficit de lluvias del 21% en comparación con niveles normales, afectando cultivos, reservas de agua y las actividades económicas que dependen de este recurso. El reporte señala que la sequía comenzó en Honduras y Panamá en abril de 2023 y se extendió a la mayor parte de Centroamérica en mayo, alcanzando a gran parte del territorio mexicano durante junio y julio.
Además, México registró niveles de almacenamiento de agua terrestre y de humedad del suelo considerablemente por debajo de lo normal, lo que ha representado un desafío para el manejo de recursos hídricos y la preservación de los ecosistemas.
Contexto y desafíos futuros
La gravedad de la sequía en México resalta la necesidad de implementar estrategias de adaptación al cambio climático y mejorar la gestión de los recursos hídricos. Expertos señalan que es urgente diseñar políticas de conservación y eficiencia en el uso del agua, así como fortalecer la infraestructura para enfrentar los periodos de escasez.
La escasez de agua, además de su impacto ambiental, tiene repercusiones sociales y económicas significativas. La agricultura, la producción de alimentos y la generación de energía hidroeléctrica son solo algunos de los sectores que han sido afectados por la falta de lluvias y el descenso en los niveles de los embalses.
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