México- El ambicioso proyecto turístico de las Islas Marías, inaugurado en diciembre de 2022 por la administración del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, no ha logrado consolidarse como destino vacacional. A más de dos años de su apertura, el flujo de visitantes sigue por debajo de las expectativas y los servicios se encuentran por debajo de la demanda potencial.
De acuerdo con datos de Turística Integral Islas Marías (Turiimar), organismo dependiente de la Secretaría de Marina, el año más exitoso fue 2023, con apenas 5,346 turistas, muy lejos de los 20,800 que se estimaban por año. Para 2024, la cifra disminuyó aún más, registrando solo 4,124 visitantes.
Los ferrys —dos embarcaciones adquiridas por 6.3 millones de pesos cada una— que zarpaban cada fin de semana desde San Blas, Nayarit, y Mazatlán, Sinaloa, ahora operan de manera alternada entre ambos puertos. El número mínimo de pasajeros para zarpar es de 30, pero en ocasiones ni siquiera se alcanza esa cifra, lo que ha llevado a cancelar viajes. En temporada baja, la afluencia promedio ronda los 80 pasajeros por transbordador.
La duración de la estancia en las islas se redujo de cuatro a tres días y el costo de los paquetes turísticos aumentó, alcanzando hasta 9,200 pesos por persona en clase turista, lo que ha desincentivado aún más el interés. Además, los servicios a bordo han sido criticados: la oferta alimentaria es limitada y cara, con productos como tortas de pierna en 65 pesos y café instantáneo en 35, sin emisión de factura.
El deterioro en la experiencia del visitante se evidenció el pasado 11 de abril, cuando el ferry llegó con 114 de sus 200 asientos ocupados. Los turistas fueron divididos en grupos para ingresar al comedor, y rápidamente se agotaron la comida, el agua y el café.
Aun con estas condiciones, las islas siguen atrayendo a un público muy específico: jubilados, pensionados y familiares de exinternos del antiguo penal federal, quienes visitan el sitio con una carga emocional significativa.
El mantenimiento del penal antes de su cierre, en 2019, costaba 727.1 millones de pesos al año. Su reconversión turística implicó una inversión pública de 1,680 millones de pesos. Hoy, entre las acciones recientes está la apertura de un centro recreativo de playa, la ampliación del restaurante y la posible incorporación de un nuevo ferry desde Boca de Chila, Nayarit.
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