México- El mundo del fútbol está de luto tras confirmarse este jueves el fallecimiento del técnico neerlandés Leo Beenhakker, a los 82 años de edad. Figura clave en la historia reciente de varios clubes y selecciones nacionales, en México su legado permanece vivo entre los aficionados del Club América, equipo al que dirigió con gran éxito entre 1994 y 1995.
Beenhakker llegó al América en junio de 1994, precedido por una destacada trayectoria en el Ajax y el Real Madrid, donde ganó tres Ligas consecutivas (1986-1989) y una Copa del Rey. Su arribo al futbol mexicano generó una ola de entusiasmo, y su propuesta táctica ofensiva no tardó en conquistar a la afición azulcrema.
Implementando un sistema 4-3-3, las Águilas desplegaron un juego vistoso y contundente. Ejemplo de ello fue la histórica goleada 7-3 sobre Atlético Morelia en octubre de 1994. Beenhakker impulsó la llegada de jugadores africanos de renombre como François Omam-Biyik (Camerún) y Kalusha Bwalya (Zambia), quienes se sumaron a figuras como Luis Roberto Alves “Zague”, Joaquín del Olmo y un joven Cuauhtémoc Blanco.
Pese al rendimiento sobresaliente del equipo, el técnico fue cesado en abril de 1995, una decisión que desconcertó tanto a la prensa como a los aficionados. Con el tiempo se supo que la razón fue su negativa a dejar fuera de la alineación a Joaquín del Olmo, quien tenía conflictos contractuales con la directiva.
Del campo al banquillo: una vida dedicada al fútbol
Antes de convertirse en estratega, Beenhakker jugó como mediocampista en clubes modestos de Países Bajos como el SC Cambuur y el VVAG. Sin una carrera destacada como futbolista, encontró su verdadera vocación en los banquillos, donde dejó una huella profunda.
Además de su exitoso paso por clubes europeos como el Feyenoord y el Real Zaragoza, dirigió selecciones nacionales como Países Bajos, Arabia Saudita, Trinidad y Tobago y Polonia. Con estos dos últimos países logró hitos históricos: llevó a Trinidad y Tobago a su primera Copa del Mundo en Alemania 2006, y clasificó a Polonia por primera vez a una Eurocopa en 2008.
Su carisma, visión táctica y capacidad para transformar equipos lo convirtieron en un referente del fútbol moderno. Aunque su paso por América fue breve, su impacto fue tan profundo que aún se recuerda con nostalgia y admiración entre la afición mexicana.
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