Redacción
México- México atraviesa una escalada de violencia marcada por enfrentamientos con fuerzas federales, coches bomba y ataques directos contra figuras políticas y religiosas, en una serie de eventos que han dejado un saldo de muertos, heridos y caos en varias entidades del país.
En Guerrero, un enfrentamiento entre grupos criminales en Tecpan de Galeana provocó la intervención del Ejército, con un saldo de 16 personas fallecidas. Este choque se suma a la creciente ola de violencia que aqueja a la región, donde las pugnas por el control territorial y las actividades ilícitas parecen ir en aumento.
Por otro lado, en los municipios de Jerécuaro y Acámbaro, Guanajuato, el crimen organizado detonó coches bomba, lo que resultó en daños materiales y dejó a tres policías heridos. Claudia Silva Campos, alcaldesa de Acámbaro, declaró que se trata de “narcoterrorismo” y aseguró que la situación está fuera del control de las autoridades locales. Estas detonaciones, que generaron pánico y afectaron viviendas y vehículos, ocurrieron en una zona donde, según fuentes de la Guardia Nacional, existen pugnas entre células criminales que buscan someter a las fuerzas policiales a actividades ilícitas, como tráfico de drogas y extorsión.
Sinaloa también ha sido escenario de violencia reciente. El martes, un operativo en Culiacán para detener a Edwin Antonio Rubio, alias “El Max”, operador de Ismael “El Mayo” Zambada, desató un enfrentamiento en el que murieron 19 presuntos criminales. La presidenta Claudia Sheinbaum defendió la respuesta de las fuerzas federales, afirmando que las acciones se realizaron en defensa tras ser agredidos.
En Chiapas, el alcalde electo de Frontera Comalapa, Aníbal Roblero, lleva 50 días secuestrado, mientras que el asesinato del padre Marcelo Pérez, crítico de la violencia y la respuesta gubernamental, generó gran conmoción. Veracruz también fue escenario de horror esta semana, con el hallazgo de una cabeza humana en Minatitlán, a las puertas de la delegación de Tránsito estatal.
La situación en Guerrero se torna aún más tensa tras el reciente asesinato de Alejandro Arcos, alcalde de Chilpancingo, postulado por la coalición PAN-PRI-PRD, quien fue decapitado hace poco más de dos semanas, sin avances en la investigación.
Esta serie de incidentes muestra la gravedad y diversidad de los retos que enfrenta el gobierno para mantener la seguridad en un contexto de criminalidad cada vez más desafiante, que va desde enfrentamientos directos con las fuerzas armadas hasta ataques selectivos contra líderes comunitarios y religiosos.
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