Redacción
Ciudad de México-En su afán por expandir su poder y capacidades bélicas, los cárteles Jalisco Nueva Generación (CJNG) y de Sinaloa han intensificado el reclutamiento de exmilitares y exguerrilleros colombianos, expertos en fabricación y uso de explosivos, así como en tácticas de guerra.
De acuerdo con autoridades federales, los excombatientes provenientes de Colombia, incluidos antiguos miembros de las FARC, son contratados para entrenar a los sicarios en técnicas avanzadas como el uso de drones cargados con explosivos, colocación de minas y construcción de artefactos explosivos improvisados.
El CJNG ha establecido campos de entrenamiento en zonas serranas de Michoacán y Jalisco, donde exmilitares colombianos instruyen a sus miembros. La región de Tierra Caliente en Michoacán se ha identificado como uno de los principales focos de actividad, con casos documentados de células colombianas operando como instructores para la fabricación de bombas y minas terrestres.
En municipios como Buenavista Tomatlán, se han desmantelado células de excombatientes colombianos, incluyendo la detención de Elkin Pérez Loaiza (“El Tigre”), exmilitar con amplia experiencia en inteligencia y explosivos. Operaba bajo órdenes de líderes criminales locales y capacitando sicarios en el manejo de drones cargados con explosivos.
En enero de 2024, fuerzas federales localizaron en Zicuirán, La Huacana, un taller clandestino de explosivos, armamento y uniformes camuflados, destacando el nivel de organización y sofisticación de estas operaciones.
El uso de drones con explosivos ha incrementado significativamente en estados como Michoacán, Guanajuato y Jalisco, con ataques dirigidos tanto a fuerzas de seguridad como a rivales criminales. Hasta marzo de este año, la SEDENA reportó el decomiso de 980 explosivos improvisados en Michoacán, estado con mayor incidencia de este tipo de ataques.
El Gobierno mexicano ha comenzado a responder a esta amenaza con medidas como la adquisición de sistemas antidrones por parte de la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán, que incluyen bloqueadores de señal y equipos especializados para neutralizar estas tecnologías.
Muchos de los exmilitares colombianos son atraídos con promesas laborales, pero una vez que su utilidad termina, son abandonados o eliminados por los cárteles. Algunos han buscado ayuda en la embajada de Colombia en México sin obtener una respuesta satisfactoria, quedando en situación de vulnerabilidad.
Este fenómeno no solo refleja la creciente sofisticación de los cárteles mexicanos, sino también la capacidad de internacionalizar sus operaciones al aprovechar la experiencia de combatientes extranjeros, lo que complica aún más los esfuerzos de seguridad en el país.
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