Redacción
México.- En el último debate presidencial, los candidatos se enfrascaron en acusaciones mutuas sobre vínculos con el crimen organizado, dejando de lado propuestas concretas para resolver la inseguridad que aqueja al país. Xóchitl Gálvez, abanderada de la oposición, acusó a Morena de ser un “narco partido”, señalando que su líder, Mario Delgado, está bajo investigación en Estados Unidos por supuestos vínculos con el crimen organizado.
Gálvez también mencionó al ex panista Felipe Calderón y a su Secretario de Seguridad, Genaro García Luna, actualmente encarcelado en Estados Unidos, como responsables del incremento de la violencia. Sheinbaum, candidata de Morena, respondió mostrando una lista de gobernadores del PRIAN presos o prófugos, y acusó a Calderón de negociar con el crimen organizado.
El candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, intervino para criticar a ambos lados, cuestionando la capacidad de Gálvez para enfrentar a los delincuentes, ya que “los tiene en las primeras posiciones de las listas plurinominales”.
Además de las acusaciones, Gálvez criticó a Sheinbaum por usar la imagen de la Virgen de Guadalupe en una falda, acusándola de oportunismo político. Sheinbaum desestimó estas acusaciones como una provocación y afirmó que su equipo respondería en otro momento.
A pesar del tenso intercambio, los espectadores se quedaron sin respuestas claras sobre cómo los candidatos planean abordar la violencia y el crimen organizado en el país. Gálvez y Álvarez Máynez presentaron propuestas generales, mientras que Sheinbaum destacó los logros en seguridad de su administración y del presidente López Obrador.
En el segmento final del debate, los candidatos coincidieron en la necesidad de una reforma al Poder Judicial, pero continuaron usando el tiempo para desacreditar a sus oponentes. Gálvez aprovechó para cuestionar al ex Ministro Arturo Zaldívar, ahora colaborador de Sheinbaum.
El debate, que tenía como objetivo principal discutir soluciones a la inseguridad, se convirtió en un campo de batalla de acusaciones personales, dejando a los votantes con más preguntas que respuestas sobre el futuro de la seguridad en México.
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