Redacción
Madrid.- En Madrid, España, un “call center” obligó a sus empleados a quedarse trabajando en sus cubículos junto al cadáver de una compañera que murió en el lugar. Según la crónica de El País, la coordinadora del centro laboral detectó una mano alzada y pensó que una teleoperadora necesitaba asistencia técnica.
Sin embargo, Inma, de 57 años de edad, necesitaba ayuda pero médica, y es que estaba en los inicios de un infarto al miocardio. Luego se desplomó. Los hechos ocurrieron el martes 3 de junio cerca de las 12:30 horas en una oficina de la multinacional Konecta, un “call center” al este de Madrid. En este lugar, los operadores de la sala en que falleció la mujer, atienden llamadas de averías eléctricas y muchas veces tienen que soportar a clientes desesperados.
Aquí, entre más de 70 cubículos, y con la presión insistente de los supervisores, pues las pausas entre llamadas están cronometradas, trabajaba Inma.
La mujer que murió víctima de un infarto tenía 15 años laborando en Konecta y es imposible conocer si el estrés la mató, pues el área médica de la empresa se enfoca en problemas de la columna, oído y garganta, pero no en la salud mental. Aquel día, entre las 12:43 y 12:50 horas, al sitio llegaron los servicios de emergencia solo para confirmar que la mujer ya no contaba con signos vitales. Entonces, el cadáver de Inma permaneció en el suelo custodiado en el suelo por la policía y a la espera del juez, mientras las y los teleoperadores continuaban trabajando.
Y aunque el diario español afirma que algunos empleados se levantaron de sus asientos, tomando distancia de la escena, la mayoría no sabía qué hacer.
«En el otro extremo de la sala, algunos teleoperadores ni siquiera alzaron la mirada. Seguían a lo suyo. Fue entonces cuando, según tres trabajadores del sindicato CGT, un compañero confundido preguntó si podía irse a casa y recibió la orden de continuar porque lo que hacen es “un servicio esencial”», documentó El País.
Fue hasta las 14:00 horas cuando llegó una mujer que se presentó como responsable de prevención de riesgos laborales de Konecta, quien ordenó evacuar ordenadamente. Sin embargo, a las 15:10 ingresó a la oficina el delegado del sindicato CGT y encontró a cuatro trabajadores en sus cubículos, aún atendiendo llamadas. “Nadie fue obligado a trabajar junto al cadáver”, sostiene Konecta, mientras la polémica por el trato inhumano ya retumbó en España y en varias partes del mundo.
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