Redacción
México.- En promedio, el pan se ha incrementado entre 8 y 20 por ciento, dependiendo del tipo de pan que se trate.
Esto se debe al alza en los precios de los insumos para la industria panificadora en lo que va del año, que oscila entre 20 y 25 por ciento, de acuerdo con la Asociación Nacional de Proveedores Profesionales de la Industria del Pan (Anpropan).
Las materias primas se han encarecido como resultado de la inflación y por el impacto de la guerra ruso-ucraniana en la disponibilidad y precios internacionales del trigo a lo largo del año, ya que Rusia es uno de los principales productores de trigo.
Muestra de cómo aumentaron los costos a las panaderías es el incremento de precio en el saco de harina de trigo refinada, que pasó de 700 a mil pesos, el kilogramo de margarina de 20 a 40 pesos, el saco de azúcar de 800 a mil pesos, más los incrementos de 5 a 15 por ciento en gas, según la zona del País.
“La parte que más me inquieta es la afectación que ha tenido la inflación para la propia industria, la cual no ha podido reflejar toda la inflación de los insumos en el precio del producto final porque la demanda se caería de forma importante”, dijo Amador Méndez, presidente de la Asociación.
Anticipó que este año será difícil para la industria panadera porque se estima que el consumo baje 10 por ciento, lo que impactará aún más la rentabilidad de las panaderías, en especial de las artesanales y semiindustriales.
Aún cuando se resuelva el conflicto en Europa y se estabilicen los precios del trigo, destacó, tomará alrededor de año y medio para que se regularice la industria.
Cabe resaltar que los valores del trigo van a la baja, debido al inicio de las cosechas en países clave del Hemisferio Norte, lo cual incrementa la disponibilidad del grano en el mercado mundial, afectada por el cierre en la región del Mar Negro y las sanciones impuestas a Rusia, por lo que su precio futuro bajó 26.1 por ciento, a 301 dólares por tonelada, en datos del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).
No obstante, Méndez destacó que, ya que la industria compra futuras cosechas de trigo, no sería sino hasta después de recibido el insumo de esa siguiente cosecha que se pudiera reflejar una baja en el costo de producción y, en consecuencia, en el precio del producto final al consumidor, sólo en lo que respecta al grano.
Mientras tanto, se trabaja en eficiencias para reducir mermas y hacer ajustes mesurados a los precios finales, de manera que no se desincentive la compra o baje la adquisición, además de impulsar la innovación para nuevas variedades de productos, promoverlas, volver a productos más naturales con menos conservadores y enfocarse en nichos de mercado.