Redacción
Ciudad de México.- Joshua, Mauricio y Damián resultaron ser “los culpables perfectos” por un crimen que no cometieron al tratarse de tres jóvenes indigentes que se encontraban en el lugar y momento equivocados. Ahora han sido sentenciados a 23 años de cárcel.
El 17 de mayo de 2021 Joshua, Mauricio y Damián se encontraban en calles de la colonia Morelos, de la Ciudad de México cuando se involucraron en una pelea y uno de ellos había resultado lastimado con unas tijeras, como recuerda Angélica Yniesta, coordinadora del Centro Comunitario Morelos de Ednica.
Los tres jóvenes, como muchos otras personas en situación de calle, acudían al Centro para lavar su ropa, asistir a actividades educativas, preparar sus alimentos. Mauricio tenía alrededor de 15 años participando en el centro comunitario, mientras que Joshua y Damián acudían desde hace cinco años. “Son jóvenes que conocíamos perfectamente bien”, dijo Yniesta de acuerdo con Animal Político.
Hasta que ese mal día en que los tres se involucraron en una pelea y a unas cuantas cuadras de donde se pelearon una persona había sido asesinada por un disparo de fuego. “Hasta ese momento no sabían que había algo más”, contó la coordinadora del centro. “Pasó esa pelea y vinieron a que les ayudáramos a curar sus heridas, que eran raspones, algunos moretones en la cara y nada más”, agregó.
Al poco tiempo de que se llevaron a cabo los dos hechos aislados la policía llegó y mediante golpes, amenazas y abuso de la fuerza, de acuerdo con los jóvenes, se los llevaron y sin ninguna evidencia en su contra ni mucho menos una investigación… en el camino les dijeron que estaban acusados de homicidio.
Joshua, Mauricio y Damián llevan un año presos en el Reclusorio Oriente, pues los delitos de homicidio calificado y robo agravado ameritan prisión preventiva oficiosa, pero lo increíble del caso es que el argumento del juez para su sentencia fue que no hicieron nada para denunciar el delito.
De acuerdo con su abogado Salvador Herrera, el camino legal ha mostrado una serie de errores cometidos por la Fiscalía capitalina, así como “una confusión armada” en la que no existen pruebas de que los tres jóvenes hayan tenido o disparado un arma.
La defensa afirma que existió abuso de la fuerza desde el momento de su detención, y ellos resultaron ser “los culpables perfectos” por sus condiciones de vulnerabilidad, y etiquetó como un “absurdo legal” que ante la falta de evidencias se les sentenciara por no hacer nada frente al homicidio.