Ciudad del Vaticano — El Papa Francisco, líder espiritual de más de mil millones de católicos en todo el mundo, falleció esta mañana a los 88 años de edad, tras una larga lucha con problemas respiratorios y de salud que lo aquejaron en los últimos meses.
“Esta mañana a las 07.35 horas, el obispo de Roma, Francisco, volvió a la casa del Padre”, anunció el cardenal Kevin Farrell en un comunicado difundido a través del canal oficial del Vaticano en Telegram.
Jorge Mario Bergoglio, originario de Buenos Aires, Argentina, fue el primer Papa latinoamericano de la historia y el primer jesuita en ocupar el trono de San Pedro. Su pontificado, iniciado en marzo de 2013, estuvo marcado por un impulso reformista, la promoción de la misericordia, el diálogo interreligioso y un enfoque pastoral cercano a los marginados.
Durante los últimos meses, el Papa presentó un notorio deterioro en su estado físico. En diciembre de 2024, un resfriado le impidió leer su catequesis de los miércoles y lo obligó a ausentarse del rezo del Ángelus desde el balcón del Palacio Apostólico. En febrero de este año, el Vaticano informó que padecía una bronquitis, lo que derivó en hospitalizaciones recientes.
A pesar de ello, Francisco hizo un esfuerzo por mantenerse presente en la vida pública de la Iglesia. Apenas durante la Semana Santa de 2025 participó en celebraciones litúrgicas y ofreció su última bendición Urbi et Orbi el Domingo de Resurrección, desde la Basílica de San Pedro, frente a miles de peregrinos.
Además de las enfermedades, en los últimos años el Papa también sufrió caídas y golpes. En una ocasión reciente, se le vio con un hematoma en el rostro, provocado por un accidente doméstico, y requirió un inmovilizador en el brazo tras una caída en su residencia.
¿Qué sucede tras la muerte del Papa?
El Vaticano ha activado ya el protocolo establecido en el Capítulo V de la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis. Las exequias del Papa Francisco se celebrarán durante nueve días consecutivos, en lo que se conoce como la “Novemdiales”. Durante este periodo, las campanas de la Basílica de San Pedro repicarán para anunciar el luto, mientras el cuerpo del Pontífice será preparado para su exposición ante los fieles.
Será sepultado en un ataúd de tres capas (ciprés, plomo y nogal), que llevará un crucifijo y una Biblia abierta. El acceso a su habitación y estudio será cerrado por el Camarlengo hasta la elección de un nuevo Papa.
Se prevé la presencia de representantes de Estado, dignatarios internacionales y líderes religiosos durante el funeral de Estado que se celebrará en el Vaticano, en una jornada que marcará un antes y un después en la historia contemporánea de la Iglesia católica.
Discussion about this post