Washington — Los restos de las 67 víctimas del devastador choque en pleno vuelo entre un avión de American Airlines y un helicóptero del Ejército estadounidense cerca de la capital de la nación han sido recuperados, informaron las autoridades este martes. Solo uno de los cuerpos permanece sin identificar, mientras el servicio médico forense trabaja intensamente para completar esta dolorosa tarea.
El trágico incidente ocurrió la noche del pasado miércoles, cuando el avión, que provenía de Wichita, Kansas, se aproximaba para aterrizar en el Aeropuerto Nacional Ronald Reagan. El siniestro cobrió la vida de todas las personas a bordo de ambas aeronaves: 60 pasajeros, cuatro tripulantes del avión y tres miembros del Ejército que viajaban en el helicóptero Black Hawk, el cual se encontraba en una misión de entrenamiento.
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) reveló que nuevos datos sugieren que el helicóptero podría haber superado su altitud máxima permitida de 200 pies (61 metros), alcanzando posiblemente los 300 pies (91 metros), según registros del control de tráfico aéreo. Sin embargo, estos datos podrían haber sido redondeados, y los investigadores necesitan recuperar más información del helicóptero, que aún permanece sumergido, para confirmar esta teoría.
Entre los escombros recuperados del río Potomac se encuentran partes significativas del avión, incluyendo el ala derecha, el fuselaje central, la cabina de mando y uno de sus motores. Equipos de buceo de la Marina, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército y unidades de policía y bomberos de Washington lideran las operaciones de búsqueda y rescate.
“Nuestros corazones están con las familias de las víctimas mientras enfrentan esta trágica pérdida”, expresaron las autoridades en un comunicado conjunto, subrayando el compromiso de identificar a todas las víctimas y esclarecer las causas del accidente.
Entre las personas fallecidas se encontraban patinadores artísticos que regresaban de los Campeonatos Nacionales de Patinaje Artístico, así como el sargento Ryan Austin O’Hara, el oficial jefe Andrew Loyd Eaves y la capitana Rebecca M. Lobach, quienes servían en el Ejército estadounidense.
La NTSB estima que la investigación completa del accidente podría tardar al menos un año, aunque se espera un informe preliminar en los próximos 30 días. Este trágico suceso se convierte en el más mortífero en Estados Unidos desde el accidente aéreo de 2001 en Nueva York, que cobró la vida de 265 personas.
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