Redacción
México- El narcotraficante mexicano Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera, quien cumple una sentencia de cadena perpetua en la prisión de máxima seguridad ADX Florence en Colorado, Estados Unidos, enfrenta un aislamiento tan extremo que ha afectado gravemente su salud física y mental. Encerrado en una celda de solo 2.1 por 3.6 metros, Guzmán permanece 23 horas al día sin contacto humano, una condición que ha desencadenado padecimientos como hipertensión, ataques de ansiedad y pérdida de memoria, según investigaciones de periodistas especializados en narcotráfico.
ADX Florence, también conocida como “El Alcatraz de las Montañas“, cuenta con un riguroso sistema de seguridad que incluye 1,400 puertas automáticas, 12 torres de vigilancia, cercas de alambre de púas de hasta cuatro metros y cámaras que registran cada movimiento. Las celdas están diseñadas para evitar toda comunicación entre prisioneros, y los muebles básicos, como la cama y silla de concreto, así como un televisor, refuerzan la desolación del entorno en el que Guzmán está confinado. Su familia ha reportado que sufre de calambres, problemas respiratorios y hongos en los pies, lo que le ha causado la pérdida de las uñas.
Desde su sentencia, ‘El Chapo‘ ha continuado su lucha para revertir la condena. Recientemente envió una carta al juez Brian Cogan, denunciando irregularidades en su extradición y acusando a sus abogados anteriores, Jeffrey Lichtman y Mariel Colón, de una defensa insuficiente. Guzmán asegura que las pruebas en su contra no fueron debidamente cuestionadas y califica su confinamiento de “cruel e injusto”. Ante lo que considera una traición de sus defensores, ha decidido representarse a sí mismo en una nueva solicitud de juicio, exigiendo que se revisen las pruebas del caso.
Según su abogada actual, Mariel Colón, el narcotraficante está sumido en la depresión y ansiedad, afectado por las severas restricciones de comunicación en ADX Florence. Sus hijas gemelas, Emaly Guadalupe y María Joaquina, pueden visitarlo apenas dos veces al año, y el contacto con su familia se limita a las esporádicas noticias que su abogada puede transmitirle. Guzmán describe su vida en prisión como “aburrida, solitaria y triste”.
A nivel físico, el líder del Cártel de Sinaloa enfrenta, además de hipertensión y migrañas, complicaciones para dormir debido a la falta de ventilación en su celda, lo que agrava sus problemas de salud. En paralelo a su batalla legal, Guzmán observa de cerca las detenciones de sus hijos Joaquín Guzmán López y Ovidio Guzmán, quienes enfrentan cargos en Estados Unidos y están en negociaciones con las autoridades. Para el capo mexicano, un posible acuerdo entre sus hijos y el gobierno estadounidense representa una de las pocas esperanzas que mantiene de algún reencuentro familiar en el futuro.
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